lunes, 4 de enero de 2016

29 de diciembre.

Esperando el micro. 


Me fui. Me fui para buscarme, me fui para encontrarme. Me fui. Me fui a un lugar del que no conozco mucho, pero sí me atrae a montones. Me fui para conocer. Me fui  para definirme, me fui para sorprenderme: de mí, de la naturaleza, del mundo, de los demás. Me fui porque quiero buscar, descubrir, ver la vida con mis propios ojos. Porque yo no quiero que me lo cuenten. Yo quiero vivirlo, para después contarlo.



“Será que la vida siempre nos pega un poco, nos encandila con lo que està por venir.”

Justo hoy escuché esa frase, me quedó grabada.

Con cara de dormida.
No se si yo lo encontré al viaje o el viaje me encontró a mi. Estaba tan ocupada (y quizá también paralizada) que la espera no fue espera. No hubo nervios, si no preocupación (y ocupación). No hubo ansias, hubo felicidad. No hubo descontrol pre-viaje, hubo jet-lag pre viaje. Los últimos días estuve sin ganas de nada ( y a la vez de todo), con mucho sueño, y los sentimientos a flor de piel. Ahora, con distancia, puedo ver que me estaba preparando. 

Y el momento ya llegó. El día en el que me fui, a empezar a conocer el mundo, lo que hay mas allá de mí.
Por salir a la ruta.

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